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Columna: Internet #FreeAndOpen

Si recuerdan o no la convención de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), que tuvo lugar en Dubai el pasado mes de diciembre, a estas alturas da lo mismo. La decisión ya está tomada: los gobernantes del mundo optaron por un Internet controlado.

En la UIT sólo están representados los gobiernos, los usuarios de internet no participan de este organismo. Como siempre frente a una decisión, se formaron dos bandos, los que estaban a favor de controlar internet y los que estaban en contra. Entre los países que se manifestaron a favor estaban Chile, Argentina, China, Rusia, Irán, Sudáfrica, Colombia, Uruguay, Cuba, México, Paraguay, Venezuela, Alemania, Italia, Holanda, España, Suecia, República Checa, entre otros. 89 países en total. En el bando contrario, a favor de un Internet libre y abierto estaban Estados Unidos, Canadá y otros 53 países.

Lógico, elemental, bordeando la obviedad, como se esperaría de todo inmigrante o nativo digital bien nacido, la posición que debía adoptarse era en contra del control de internet. Y así fue, el 3 de diciembre de 2012, fuimos millones de usuarios y empresas que manifestamos nuestra oposición en alguna de nuestras redes sociales e izamos el hashtag #FreeAndOpen con la fuerza social de costumbre, como cuando apoyamos cualquier causa que nos parece justa… pero si resultaba tan obvia la posición a adoptar ¿por qué me quedaba una sensación rara en las manos tras cada tweet o entrada en mi muro? ¿Por qué me hacía ruido el hashtag #FreeAndOpen, tan decididamente impulsado por Google? ¿Por qué si mi intención era oponerme al control de internet usaba una etiqueta que pedía un Internet libre y abierto? ¡Vaya treta lingüística en que había caído! Tras cada post me ponía más cerca de Estados Unidos, y quienes me conocen saben que era imposible que aquello no me despertara suspicacias. Fue gracias a esas aprensiones que comprendí la esencia en los manifiestos de las globales norteamericanas Google, Facebook, Twitter, eBay, Amazon y cientos de otras: no se oponían al control de Internet, sino que perseguían conservar el status quo, y que todo siguiera funcionando tal cual.

En concreto, el bloque encabezado por Estados Unidos quería fijar el concepto de que Internet hoy es libre y abierto para exacerbar nuestros sentimientos frente a un eventual control, al mismo tiempo que disfrazaba su real intención: no perder el control actual que ejercen sobre éste. ¿Por qué iban a permitirles a otros controlar algo que ellos venían manejando tan bien desde hace tiempo? ¿Temor a que los nuevos controladores encontraran algo que han sabido mantener oculto?  El corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer. Tras tamaña revelación, dudas. Sentimientos encontrados y sendos temores. ¡Colosales conspiraciones dignas de la mejor película de ciencia ficción!: “¿Qué es Matrix? Control. Matrix es un mundo imaginario generado por ordenador construido para mantenernos bajo control y convertir a un ser humano en esto (una batería)” “¡No! No me lo creo. No es posible.” ¿Pero no es acaso verdad que nuestra energía da vida a Internet? ¡Déjà vu!

Pero me quedaba la esperanza en el fallo, a fin de cuentas la UIT votó en contra del #FreeAndOpen, de la postura estadounidense, es decir: a favor del control de internet, pero como suele suceder en casos complejos como éste, el acuerdo, el documento que finalmente se firmó allí, dejó a Internet fuera del tratado, quedando todo tal y como estaba. Status quo win! A victory for US!

Ahora, resignado a un triunfo falaz e intangible, les planteo una pregunta para que discutamos: ¿creen que sería posible que los creadores originales de Internet, el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, liberaran su obra maestra de inteligencia y comunicaciones para que fuera de dominio público perdiendo todo control sobre ella?


(Escrito originalmente para Revista Empresas&Poder)

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